La mayoría de las parejas –incluso amigos o compañeros de trabajo- están familiarizados con la batalla del termostato. Mientras las mujeres tienden a añadir unos grados, los hombres suelen programar temperaturas más bajas (o cuando las mujeres ganan la batalla, ellos sudan la gota gorda). No obstante, casi nadie piensa en esto cuando está hablando sobre la “temperatura ambiental” como la temperatura perfecta para servir nuestros vinos tintos. Entonces, desde el momento en que la temperatura de cada casa –por no hablar de cada habitación- puede variar, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de temperatura ambiental?
El malentendido más frecuente que hay alrededor del vino tinto es que es ideal para servir a temperatura ambiental. Vamos a enfrentarnos a este hecho: la temperatura ambiental de una bodega de Canadá será bastante diferente a la temperatura ambiental en verano de una casa en el sur de España. Añade a esto el hecho de que algunas características de los vinos tintos hacen que sea recomendable servirlos a temperaturas más frías; por lo que es evidente que la temperatura ambiental no puede ser definida como una temperatura específica.
En realidad, una teoría dice que los orígenes del término “temperatura ambiental” se remontan a tiempos medievales, cuando aún no existía la calefacción central. En aquellos tiempos, los vinos eran almacenados bajo el castillo, en bodegas forradas de piedra; en las que la temperatura ambiental era muy fría. Hoy en día, todos disfrutamos de la calidez de nuestra calefacción y del buen aislamiento de nuestra casa, haciéndola mucho más cálida que la temperatura promedio de los fríos castillos medievales. Mientras en aquella época las temperaturas oscilaban desde los 15ºC a los 18ºC, actualmente consideramos que la temperatura confortable se sitúa entre 20 y 22ºC.
Dicho esto, ¿ha quedado claro que el vino tinto se tiene que servir más frío de lo que podríamos pensar? Pero, entonces, ¿cuál es la temperatura ideal? Esto depende del tipo de vino que vayas a servir. Si es un vino con cuerpo, intenta servirlo a una temperatura entre 15 y 18ºC. Un vino tinto de cuerpo medio, debe servirse entre 14 y 17ºC, y un tinto más ligero debería servirse entre 12 y 16ºC. Mantén en mente que la temperatura de la copa debe tener la misa temperatura que el ambiente. O dicho de otra manera; no te prives de enfriar un poquito más el vino, ya que se estima que justo después de servirlo, la temperatura de la copa aumenta un promedio de 2ºC.
En resumen, la próxima vez que vayas a abrir tu botella de vino tinto favorito, primero prueba a meterlo media hora en la nevera. Te asombrarán todos los aromas y sabores que sentirás. Un vino que se sirve demasiado caliente se volverá denso y sólo detectarás el sabor a alcohol. ¡Y un consejo! Cuando hayas salido a comer fuera, y te sirvan un vino que está realmente caliente, no temas pedir una cubitera. Aunque los camareros y los responsables del restaurante actúen sorprendidos, es mucho más importante el placer de saborear –realmente- nuestro buen vino tinto que su extraña reacción.
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