¿Podrías imaginar un mundo sin vino? ¿Sin, por ejemplo, un buen vino de Ribera del Duero, de Rueda o de Toro? Pues bien, este casi fue el escenario a finales del siglo XIX, cuando Europa afrontó la mayor crisis vinícola jamás conocida. ¿La razón? La llamada filoxera: un insecto casi microscópico que arruinó casi todos los viñedos de Europa.
La mayor crisis vinícola empezó con un simple error humano: la importación de plantas no alóctonas (no nativas) a Europa. Alrededor de 1850, las vides de Norte América fueron introducidas en el continente europeo. En este momento, nadie sabía que estas plantas portaban un insecto que, en los años venideros, acabaría destrozando entre el 70 y el 90% de todos los viñedos europeos.
Poco a poco, la filoxera que llegó con las vides americanas se propagó y, en la década de 1860, la crisis alcanzó su punto álgido. Las hojas de las vides europeas se volvieron amarillas y las plantas infectadas, finalmente, murieron. Se intentaron todos los tratamientos y remedios; desde el uso de azufre a la inundación de los viñedos hasta el enterramiento de sapos vivos bajo cada vid. Ninguno de estos intentos funcionó.
A finales del siglo XIX, los investigadores habían dedicado gran parte de su tiempo a la búsqueda de soluciones sobre el problema de la filoxera. Como la filoxera es nativa del Norte de América, algunas especies de uvas americanas eran (parcialmente) resistentes, un hecho que resultó ser crucial para encontrar una solución. De este modo surgió la idea de injertar una vid europea (Vitis Vinifera) en la parte superior del rizoma de una vid americana resistente, y así, nacieron unas cepas injertadas, que aún se usan en casi todos los viñedos europeos.
La mayor ventaja de esta solución fue que se preservaron todas las características de las uvas europeas. El injerto en el rizoma de la vid americana se utiliza para resolver el problema de la filoxera, mientras que la parte superior de la vid sigue siendo la vid europea; Vitis Vinifera. Como las raíces aportan los nutrientes y las hojas y las flores proporcionan los sabores únicos a la uva, se conservaron también los aromas de las variedades de las uvas europeas.
Tras replantar casi todos los viñedos con plantas injertadas, el mercado del vino europeo empezó a crecer de nuevo. Actualmente, este método de siembra es muy común en todo el mundo y los enólogos aún plantan vides injertadas a un rizoma americano. Hoy, hay disponibles varios tipos de portainjertos, pero no todos ellos son igual de resistentes, ni todos prosperan en los diferentes tipos de suelos. Esto significa que los enólogos tienen que seleccionar cuidadosamente el mejor portainjertos para su parcela de tierra. El arte de la viticultura todavía está desarrollándose…
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