«La edad es sólo un número. Es totalmente irrelevante a menos que, por supuesto, usted sea una botella de vino». Joan Collins. A la hora de elegir un vino, nos damos cuenta de que no es tan sencillo. Es que hay tantas clasificaciones, tantas variedades y tipos, que parece que deberíamos tomar un curso antes de decidir. ¡No desesperes! Hoy vamos a dedicarnos a una de las muchas formas de clasificar un vino: según el tiempo de crianza.
Antes de comenzar cabe aclarar que esta es una clasificación general, y que puede verse modificada según las regulaciones de cada región.
¿Qué es el envejecimiento de un vino?
El envejecimiento de un vino se refiere al tiempo que pasa desde la fermentación hasta el momento de sacarlo a la venta; y a la modificación de sus propiedades organolépticas durante ese período. El proceso por el cual se modifican estas propiedades se llama crianza, y su objetivo es aportarle al vino cualidades aromáticas y gustativas deseadas.
La crianza consta de dos partes: la fase oxidativa, en barricas de madera, y la fase reductora, ya en las botellas. En la primera, la madera permite que el vino esté en contacto con una cantidad reducida de oxígeno. Obviamente, las barricas (por lo general de roble) aportan los tonos aromáticos amaderados, pero además este envejecimiento ayuda a reducir la astringencia del vino, haciéndolo más delicado.
Por otra parte, durante la fase reductora no hay oxigenación, por lo que los componentes propios del vino interactúan y se estabilizan, llevando a un producto final más equilibrado.
Finalmente debemos agregar que la crianza no es igual para todos los vinos. Algunas de las variables que van a influir en el periodo de envejecimiento serán la variedad considerada (en general los vinos blancos y rosados se someten a crianza durante menos tiempo que los tintos), legislaciones de cada denominación de origen, región, etc.
¿Qué tipos de vinos hay según su envejecimiento?
Vinos Jóvenes
Vinos que se comercializan y consumen en el mismo año de su producción. No pasan por el proceso de envejecimiento, sino que son embotellados inmediatamente después de su elaboración. Son vinos frutales, sin componentes amaderados; y en los que se distinguen claramente los elementos propios de la uva, tanto en aroma como en el paladar. Lo Petitó, de Celler Pascona, es un claro ejemplo de un vino joven.
Vinos Semicrianza o Roble
Esta categoría no siempre es reconocida, aunque últimamente ha ganado popularidad entre las bodegas españolas. Puede decirse que es un intermedio entre los vinos jóvenes y los crianza. Los vinos semicrianza son aquellos que pasan un breve lapso de tiempo en barricas de roble antes de salir a la venta, pero sin llegar a cumplir con el tiempo necesario para ser considerados crianza.
No logran el balance propio de la crianza, pero tampoco tienen las características brutas de un vino joven. Son frutados pero con un toque elegante aportado por la madera. Como ejemplos, el MOFO-The Wild Child, pasa 8 meses en barricas de roble; y el Més Que Paraules Negre entre 10 y 12.
La capacidad de agregar valor a un vino joven sin la necesidad de invertir tanto tiempo como en un vino crianza hace que cada vez sean más las bodegas que consideran producir vinos de esta categoría.
Vinos Crianza
Vinos que envejecen dos años como mínimo, pasando al menos seis meses en barrica de roble. En el caso de ser vinos blancos o rosados, el tiempo mínimo de crianza es de un año y medio. Esto quiere decir que son vinos que serán lanzados al mercado dos o tres años después de su elaboración. Se destacan por poseer un mayor equilibrio que los vinos jóvenes, balanceando los componentes frutales con los de la madera.
Un gran ejemplo de un vino crianza es nuestro Mudèfer de Celler La Botera, que pasa entre 9 y 12 meses en barricas de roble.
Cabe destacar que para las D.O. Ribera del Duero y Rioja los vinos crianza deben pasar más tiempo en barricas de roble, 12 meses como mínimo. Por ejemplo, nuestro Somanilla Crianza de Bodegas Hercal (en Ribera del Duero) pasa 16 meses en barricas de roble.
Vinos Reserva
Estos vinos son puestos a disponibilidad del consumidor entre 3 y 4 años después de su producción. En el caso de los tintos, tienen un envejecimiento de 3 años, con al menos uno en barricas de roble. Los blancos y rosados envejecen durante 2 años, y su tiempo mínimo en barricas de madera es de 6 meses.
Estos vinos tienen notas tostadas y de madera aún más marcadas que los crianza, ya que los componentes aromáticos y gustativos se potencian con el paso del tiempo. Además son vinos finos y complejos, que se expresan con elegancia y delicadeza en el paladar y la nariz.
Vinos Gran Reserva
Esta es la categoría más alta de la clasificación. Los vinos gran reserva se realizan con producciones de alta calidad, cuando las cosechas son muy favorables. Esto se debe a que son vinos en los que se invierte mucho tiempo; ya que serán vendidos 6 años después de su elaboración. Los vinos tintos tienen una crianza de 5 años, con uno y medio en barricas de madera.
Las variedades blancas y rosadas envejecen durante 4 años, con un mínimo de 6 meses en barricas. Estos vinos son de gran valor y tienen muy marcada la presencia de la madera en su constitución. Son aromáticos y con sensaciones prolongadas; con buena estructura y aterciopelados, habiendo perdido por completo la astringencia característica de los jóvenes.
Elegir un vino es siempre una tarea especial, y encontrar la botella perfecta no debería ser un tormento ni llevarnos quebraderos de cabeza. El momento de comprar un buen vino debería ser emocionante, o al menos una experiencia agradable que haga tu día más interesante. Con este artículo esperamos acercarte un poco más a esa experiencia, haciendo que tus futuras adquisiciones sean más placenteras y relajadas.
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